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Saysa de Vill
Como se nos ha echado un poco encima el tiempo, y veo que en este mes la gente anda más apurada, se me ha ocurrido hacer que esta lectura sea para lo que queda de mayo y junio. A ver si con más tiempo para leer conseguimos que más gente se una. Pongo las tres propuestas que ha habido:
Fahrenheit 451, de Ray Bradbury
la temperatura a la que el papel se enciende y arde. Guy Montag es un bombero y el trabajo de un bombero es quemar libros, que están prohibidos porque son causa de discordia y sufrimiento. El Sabueso Mecánico del Departamento de Incendios, armado con una letal inyección hipodérmica, escoltado por helicópteros, está preparado para rastrear a los disidentes que aún conservan y leen libros. Como 1984, de George Orwell, como Un mundo feliz, de Aldous Huxley, Fahrenheit 451 describe una civilización occidental esclavizada por los medios, los tranquilizantes y el conformismo. La visión de Bradbury es asombrosamente profética: pantallas de televisión que ocupan paredes y exhiben folletines interactivos; avenidas donde los coches corren a 150 kilómetros por hora persiguiendo a peatones; una población que no escucha otra cosa que una insípida corriente de música y noticias transmitidas por unos diminutos auriculares insertados en las orejas.
El retrato de Dorian Grey, de Oscar Wilde
Wilde tenía la capacidad de meterse dentro del alma de las personas. Sus personajes, reales, animados o fantasmales, están cargados de "verdad", de la esencia de lo que estamos formados cada uno de nosotros mismos. Leyendo sus historias, tenemos la oportunidad de conocemos un poquito más, de averiguar por qué somos como somos, por qué reaccionamos como lo hacemos. Leer a Wilde es aprender. Aprender a vivir, a través de los ojos de alguien que vivió con intensidad y que luchó toda su vida por encontrar el sentido final de todo. "Escribí cuando no conocía la vida. Ahora que entiendo su significado, ya no tengo que escribir. La vida no puede escribirse; sólo puede oioirse", comentó en sus últimos tiempos. En 1891 escribe su única novela, El retrato de Dorian Gray, en dónde podemos encontrar la ironía, el ingenio, la elegancia y la estética que serán claves en el éxito de sus obras venideras. No existen libros morales o inmorales. Los libros están bien escritos o están mal escritos.Eso es todo.
Ready player one, de Ernest Cline
Estamos en el año 2044 y, como el resto de la humanidad, Wade Watts prefiere mil veces el videojuego de OASIS al cada vez más sombrío mundo real. Se asegura que esconde las diabólicas piezas de un rompecabezas cuya resolución conduce a una fortuna incalculable. Las claves del enigma están basadas en la cultura de finales del siglo XX y, durante años, millones de humanos han intentado dar con ellas, sin éxito. De repente, Wade logra resolver el primer rompecabezas del premio, y, a partir de ese momento, debe competir contra miles de jugadores para conseguir el trofeo. La única forma de sobrevivir es ganar; pero para hacerlo tendrá que abandonar su existencia virtual y enfrentarse a la vida y al amor en el mundo real, del que siempre ha intentado escapar.
Fahrenheit 451, de Ray Bradbury
la temperatura a la que el papel se enciende y arde. Guy Montag es un bombero y el trabajo de un bombero es quemar libros, que están prohibidos porque son causa de discordia y sufrimiento. El Sabueso Mecánico del Departamento de Incendios, armado con una letal inyección hipodérmica, escoltado por helicópteros, está preparado para rastrear a los disidentes que aún conservan y leen libros. Como 1984, de George Orwell, como Un mundo feliz, de Aldous Huxley, Fahrenheit 451 describe una civilización occidental esclavizada por los medios, los tranquilizantes y el conformismo. La visión de Bradbury es asombrosamente profética: pantallas de televisión que ocupan paredes y exhiben folletines interactivos; avenidas donde los coches corren a 150 kilómetros por hora persiguiendo a peatones; una población que no escucha otra cosa que una insípida corriente de música y noticias transmitidas por unos diminutos auriculares insertados en las orejas.
El retrato de Dorian Grey, de Oscar Wilde
Wilde tenía la capacidad de meterse dentro del alma de las personas. Sus personajes, reales, animados o fantasmales, están cargados de "verdad", de la esencia de lo que estamos formados cada uno de nosotros mismos. Leyendo sus historias, tenemos la oportunidad de conocemos un poquito más, de averiguar por qué somos como somos, por qué reaccionamos como lo hacemos. Leer a Wilde es aprender. Aprender a vivir, a través de los ojos de alguien que vivió con intensidad y que luchó toda su vida por encontrar el sentido final de todo. "Escribí cuando no conocía la vida. Ahora que entiendo su significado, ya no tengo que escribir. La vida no puede escribirse; sólo puede oioirse", comentó en sus últimos tiempos. En 1891 escribe su única novela, El retrato de Dorian Gray, en dónde podemos encontrar la ironía, el ingenio, la elegancia y la estética que serán claves en el éxito de sus obras venideras. No existen libros morales o inmorales. Los libros están bien escritos o están mal escritos.Eso es todo.
Ready player one, de Ernest Cline
Estamos en el año 2044 y, como el resto de la humanidad, Wade Watts prefiere mil veces el videojuego de OASIS al cada vez más sombrío mundo real. Se asegura que esconde las diabólicas piezas de un rompecabezas cuya resolución conduce a una fortuna incalculable. Las claves del enigma están basadas en la cultura de finales del siglo XX y, durante años, millones de humanos han intentado dar con ellas, sin éxito. De repente, Wade logra resolver el primer rompecabezas del premio, y, a partir de ese momento, debe competir contra miles de jugadores para conseguir el trofeo. La única forma de sobrevivir es ganar; pero para hacerlo tendrá que abandonar su existencia virtual y enfrentarse a la vida y al amor en el mundo real, del que siempre ha intentado escapar.